... que en el lenguaje tenochca significa, conocí al Chepo de la Torre.

A través de un contacto muy efectivo, tuve la oportunidad de saludar y platicar con el entrenador de Chivas anoche durante su visita a Washington, en donde el equipo se prepara para enfrentar al DC United en la Copa Sudamericana.

Los entrenadores de fútbol son personas muy ocupadas, clavadas en su trabajo todo el día. Sus responsabilidades abarcan más allá del trabajo de cancha. Tienen compromisos con la prensa, reuniones con directivos, eventos, etc. Y, por supuesto, viven bajo una presión exagerada ya que se pueden quedar sin chamba en cualquier momento si los resultados no se dan.

Debido a esto, yo suponía que mi visita con el Chepo iba a ser algo de cinco minutos, que él iba a presentarse y saludarme muy rápido, tal vez regalarme un autógrafo y luego despedirse a atender asuntos más urgentes que un ocioso huevón que quería conocerlo.

Es por eso que me llevé una gratísima sorpresa cuando por fin lo conocí. El Chepo se comportó como una excelente persona, de lo más agradable y amable. Terminamos platicando casi una hora sobre la situación de Chivas, el fútbol en general, la mentalidad del futbolista, el trabajo de los directores técnicos, y hasta de sus restaurantes favoritos.

Y por si fuera poco, al final de la plática, me tomé una foto con él y me consiguió que todo el equipo firmara mi camiseta.

De por sí al Chepo ya lo consideraba mi héroe después de que hizo campeones a Chivas, ahora después de esta experiencia me lo tatúo en la nalga.

Chepo is da man...